domingo, 22 de mayo de 2011

Miren qué bien quedan juntos:

- Tengo que decirte algo, tengo que decírtelo ahora, ¡Te quiero!, me he enamorado de ti. Y creo que el mundo es un poco menos malo porque existes, siento que quiero pasar contigo...compartir el resto de mi vida y todo eso, las palpitaciones, los nervios, el sufrimiento, la felicidad y el miedo.
Quiero... deseo acariciarte a todas horas y quiero cuidar de ti y de tus hijas, e incluso buscarle un trabajo decente a tu marido y comprarte una casa digna que no tenga ruedas.
- Ten cuidado eso suena a clásico enamoramiento...
- Estoy enamorado, clásicamente enamorado, con el clásico marido que está a punto de aparecer y la clásica tristeza que llega cada vez que te marchas con él, las lágrimas, los gritos y todo lo demás...
-Sé que te sentís tan solo que te duele, sé que no te gusta la gente, sé que tomas demasiados cafés, sé que pensás que la vida está pasando a tu lado y no sabés exactamente cómo, y sé que te has obligado a no pensar en mí, porque es ridículo fantasear sobre alguien que has visto apenas dos veces.
Y Rezo para que tengas momentos de felicidad tan intensos que cualquier pena parezca pequeña a su lado. Rezo, a no sé qué ni a quién, pero rezo, y no siento nostalgia por la vida que no tendré, porque para entonces habré muerto, y los muertos no sienten nada. Ni siquiera nostalgia. Pero... ¿por qué? ¿Por qué no se puede hablar de la muerte? ¿Por qué da tanto miedo?
Todo el mundo habla de qué trabajo le gustaría tener o dónde le gustaría ir de viaje y luego ni se va de viaje ni consigue el trabajo... pero ¿morir?
Morir es algo que todo el mundo hará y no sé porque la gente reacciona de forma extraña ante la muerte...
Sin embargo, tenía unas ganas terribles de decirte, como la más trivial de las mujeres: ¡No me abandones, no dejes que me vaya, dómame, esclavízame, sé fuerte! Pero eran palabras que no podía y no sabía pronunciar.
Después de abrazarte lo único que dije fue: «Estoy tan contenta de estar contigo». Era lo más que podía decir una persona de un carácter tan reservado como el mío.


Quizás estés enfadado conmigo, o dolido, o triste, o molesto, o quizás todo a la vez... sólo quiero que sepas que me enamore de vos, no me atreví a decírtelo porque... pensé que en cierto modo lo sabías, y no me di cuenta como se iba el tiempo... tiempo es la única cosa que no me ha sobrado últimamente.
La vida vale más de lo que crees amor mío, lo sé porque vos llegaste a enamorarte de mi aunque vieras.. ¿cuánto era? ¿un 10%? ¿o un 5 tal vez? si hubieras visto todo quizás no te hubiera gustado, o te habría gustado a pesar de ello. Ya nunca lo sabremos.
Esta soy yo. Con los ojos cerrados, bajo la lluvia. Nunca pensé que estarías así, nunca me vi, como lo diría... como... como esas personas que disfrutan mirando la luna, que se pasan horas mirando las olas o los atardeceres o, o el viento en los sauces, supongo que sabes de qué clase de personas hablo, a lo mejor no. Pero resulta que me gusta estar así, pelándome de frío, notando como el agua traspasa mi chaqueta, me llega a la piel. Y el olor. Y el tacto de la tierra que se ablanda. Y el sonido del agua chocando contra las hojas. Todas las cosas de las que hablan los libros que no leí. Esa soy yo, quién iba a pensarlo.
Te quiero porque creo que entiendes como soy. Te quiero porque a ti te puedo contar lo que a nadie le puedo contar, porque puedo sentir que mi vida a tu lado cobrará sentido y dejará de ser vacía. Te quiero porque me preguntaste cuantos años tenía cuando murió mi padre, y eso nadie me lo había preguntado jamás. Te quiero tanto que me gustaría...
- ¿Qué te gustaría?
- No sé,no lo he podido escribir. Se me agotaron las palabras, 65 son muy pocas, ¿no?








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Esto es un rejunte que me pareció que quedaba muy bien de citas de películas y libros, citas de la película "Mi vida sin mi", de "te quiero en 65 palabras", y del libro "la insoportable levedad del ser".

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